lunes, 18 de enero de 2010

Maps encourage boldness. They're like cryptic love letters. They make anything seem possible. Mark Jenkins

Me he levantado esta mañana pensando en estudiar. En todo lo que me deparaba el día de hoy... Y como todos los días lo primero que he hecho ha sido revisar todas mis cuentas... correo, facebook, tuenti... y no sé muy bien cómo he acabo en una página de concursos literarios.
Hace muchísimo tiempo que no me metía en ese mundillo. Casi desde que decidí que no tenía dinero para pagar los derechos de autor de todo lo que escribía y como consecuencia dejé de escribir... no tiene mucha lógica pero bueno. Mi vida no siempre se ha guiado por la lógica. Qué se le va a hacer.

El caso es que no podría encontrarme otra cosa no... un concurso nada más y nada menos que de cartas de amor. Así que para una vez que tengo alguien en quien pensar he decidido presentarme. No la he trabajado demasiado. Si la trabajo demasiado acabo convirtiendo lo primero que escribí en un menjunje ininteligible así que he escrito unos cinco borradores en papel y a la sexta lo he copiado en Word, con las correcciones pertinentes y le he dado al botón de enviar.

No creo que mi carta vaya a ser nada especial pero bueno al menos me ha llamado la atención lo suficiente el concurso para volverme a plantear el escribir como hobby.
Que como dice mi madre debería escribir un libro con todas las anécdotas de mi vida... Y eso que mi querida mamá sólo se sabe las que son aptas para todos los públicos... Así que lo mismo un día de estos la hago caso.

Por ahora os dejo con mi querida carta. A ver qué os parece... (Aviso: los sentimientos y yo vivimos en mundos paralelos. Yo les prometí en su momento no intentar definirlos y ellos me prometieron no intentar definirme a mí... así que lo a mi me parece una carta escrita con todo mi corazón pude pareceros un despropósito a vosotros los seres sentimentales jejejeje) y os dejo también el link por si os animáis a escribir una carta:
Escuela de escritores

He gastado ya cinco folios y aún no he sido capaz de escribir ni las dos primeras líneas. Lo único que me sale decirte es que todo lo que me dijiste cuando rompiste lo que sea que tuviéramos es que me sé de memoria todo lo que dijiste. Que no te puedes ni imaginar la cantidad de veces que he pronunciado exactamente las mismas palabras. Y que es ahora cuando entiendo lo que significan.

Tu boca puede decir misa pero el resto de tu cara solo me dice una cosa: que tienes miedo. ¿Y yo qué? Yo estoy acojonada también.

Una parte de mi me dice que lo inteligente sería darme media vuelta y olvidarme de todo como he hecho toda mi vida. Lo que no entiendo es que por primera vez vaya ganando la otra parte, la que me dice que lo intente una vez más.

Sin embargo no sé cómo decírtelo sin que el idioma o las diferencias culturales sean un estorbo. Sabes que mi francés deja mucho que desear y mi árabe no digamos. En español nos entendemos… pero no siempre captas lo que quiero decir. Y eso me hace tener aún más cuidado.

Sabes de sobra que se me da fatal hablar de sentimientos, no es que tú seas mejor que yo en esto. Así que por eso espero que valores el esfuerzo.

Dices que no sientes por mi lo suficiente como para tener una relación y que de todas formas yo no quiero una relación y que, por lo tanto, lo mejor es volver a ser amigos y comprometernos a no beber cuando estemos los dos en la misma habitación para evitar recaídas. ¿No te parece ridículo? Porque a mi sí…

Vale, es verdad que yo no soy precisamente una personal de trato fácil. Que me da miedo pensar en una relación. Que no me veo yendo a dar un paseo de la mano o en el cine acaramelados. Pero creo que te he demostrado mucho más que eso. Volví mi vida patas arriba por ti. Fue por ti por quien me replanteé mi orientación sexual. Hacía exactamente cinco años que no sentía esto por un hombre. Todos mis años universitarios los he pasado con mujeres y, de repente, apareces tú y se me caen los esquemas.

¿Te crees que es fácil para mí?

La primera vez que me mandaste a la mierda pusiste la excusa de que yo te gustaba pero que para ti seguía siendo lesbiana, la segunda vez fue porque tenías miedo a hacerme daño. Tus palabras fueron: No me imaginaba que tuvieras todo eso dentro y jamás me hubiera imaginado que fueras una persona frágil.

¿Te parece eso razón para dejarlo todo?

Ahora entiendo la paciencia que han debido tener conmigo las personas con las que he estado. El problema es que ahora la que tiene que tener paciencia soy yo, y ya te aviso que no es una de mis mejores cualidades. Lo más probable es que acabe por hacer borrón y cuenta nueva como hice antes de Navidades. Pero esta vez de verdad. No soportaría que volvieras a decirme que no. Y ante todo me tengo que cuidar a mí misma.

Venía pensando que no tengo nada que perder si te mando esta carta, que ya no puedes alejarte más de mí pero sí, sí que tengo algo más que perder: la poca autoestima que me queda.

No tengo muy claro que merezca la pena jugármela otra vez.

Te contradices tanto que soy incapaz de leerte. Y lo peor de todo es que pensaba que los hombres erais más fáciles que las mujeres. Ya he aprendido la lección. No te preocupes. No me va a ser sencillo tener una relación con nadie. Y ya esto hablando otra vez de relaciones cuando se supone que soy yo la que tiene miedo de etiquetar las cosas.

¿Sabes? Hasta me planteé serte fiel. Y eso no es moco de pavo. Ya te dije que para mi ser fiel significa querer a una persona de verdad. Que no creo en los cuernos porque si me comprometo con alguien, me comprometo en serio. Que no me gustan las cosas a medias. Por eso no prometo nada a nadie. Porque prometerte fidelidad significa entregarme y ser vulnerable. Y esa es la parte que tanto me aterra.

Por supuesto después de todo esto pensarás que estoy fatal de la cabeza y que no quieres arriesgarte a perder el tiempo conmigo pero te quiero recordar que tú estás igual que yo. Que por eso está siendo tan complicado. Porque normalmente una de las dos personas está más cuerda y es la que tiene paciencia con nosotros. Pero esta vez nos toca a nosotros.

Así que por tercera vez, la decisión es tuya.

Un besito,

K.M.


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